El empeño del Gobierno iraní por cuestionar la veracidad del Holocausto cuenta con la complicidad de un nutrido grupo de pensadores europeos. Decenas de revisionistas participarán la semana que viene en Teherán en una conferencia que pretende poner en tela de juicio la muerte de seis millones de judíos a manos del nazismo; la organiza el Ministerio de Exteriores iraní.
Nueve países europeos tienen leyes que condenan la negación de los crímenes nazis
Los promotores de la iniciativa no han querido desvelar la identidad de los participantes, conscientes de que en una decena de países europeos negar el Holocausto es delito. Algunos de los negacionistas consultados por este diario han anunciado, sin embargo, su participación en un evento que consideran crucial para impulsar su causa.
Hasta 67 investigadores de 30 países forman el elenco académico que pretende desmontar “una de las herramientas de propaganda, utilizada con fines políticos para apoyar al pueblo judío en el siglo XX”, según reza la presentación del encuentro, que se celebrará el próximo lunes y martes en Teherán, en la sede del Instituto de Estudios Políticos e Internacionales del Ministerio de Exteriores iraní.
Bajo el título Revisión del Holocausto: una visión global, el encuentro tratará además la conexión entre las consecuencias del régimen nazi y la cuestión palestina. “El Holocausto y la emigración de judíos a Palestina”, o “El Holocausto y el régimen islámico”, son algunos de los temas propuestos para la discusión.
Algunos negacionistas viven desperdigados en países europeos que les han ofrecido asilo político. Otros están en prisión por cuestionar el Holocausto. Forman una red, muy activa a través de Internet, pero rara vez se encuentran. Teherán se presenta como su gran cita, y algunos de ellos correrán el riesgo de volver a prisión con tal de participar en lo que consideran un caso único del ejercicio de la libertad de expresión.
Serge Thion, de 64 años y antiguo investigador del Centro Nacional de Investigación Científica de París, es uno de los invitados de excepción del Gobierno iraní. Condenado en Francia por “poner en cuestión la existencia de crímenes contra la humanidad”, Thion piensa que el presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, “ha hecho soplar vientos de libertad” al poner sobre el tapete el Holocausto. “Parece mentira que los iraníes nos tengan que dar lecciones de libertad de expresión”, dice en conversación telefónica desde Italia, horas antes de partir para Teherán.
Lo mismo piensa Flávio Gonçalves, un joven portugués que el jueves viajó a Irán y que se define como anarcosindicalista revolucionario y que piensa que el Holocausto es “la coartada perfecta para que Israel haga lo que quiera”. “El régimen iraní está siendo un apoyo importante para las corrientes revisionistas y negacionistas de Europa y para dar a conocer a la gente de la calle que hay gente que tiene dudas sobre ese periodo histórico”. Gonçalves es un miembro atípico del movimiento revisionista, dominado por la extrema derecha, pero en la que también caben toda suerte de posiciones extremas.
Menos locuaz se muestra el francés Robert Faurisson, venerado líder del movimiento y autor de numerosos libros sobre el tema. Su ponencia, titulada Las victorias del revisionismo, es una de las que más expectación ha despertado en Teherán, donde se espera su llegada en los próximos días. Faurisson, de 78 años, teme, sin embargo, confirmar su participación. “Este tema es muy delicado. Corremos muchos riesgos si nos declaramos revisionistas. Da igual de qué país vengamos. ¿Ha oído hablar de la euroorden? Podemos ser detenidos en cualquier parte de Europa”, dice en conversación telefónica este antiguo profesor universitario, condenado recientemente a tres meses de prisión y para quien las cámaras de gas fueron simplemente “hornos crematorios donde se llevaban los cadáveres. Era necesario, porque entonces había muchas infecciones”.
Austria, Bélgica, Francia, Alemania, la República Checa, Lituania, Polonia, Eslovaquia y Suiza tienen leyes que condenan la negación del Holocausto. En virtud de estas normas, son muchos los negadores que han acabado entre rejas. El neonazi alemán Ernst Zundel, encarcelado en su país desde hace más de dos años por difundir propaganda nazi e incitar al odio después de ser extraditado desde Canadá, es uno de los reos más célebres y admirados del movimiento.
Junto a él, también en prisión, Horst Mahler, ex fundador de la Baader-Meinhof, la Fracción del Ejército Rojo alemán, y hoy miembro de la extrema derecha. Hace meses que a Mahler, uno de los invitados de excepción de la conferencia de Teherán, las autoridades alemanas le retiraron el pasaporte tras anunciar su intención de participar en el seminario. Después de su encarcelamiento el mes pasado por divulgar propaganda antisemita, su asistencia ha quedado descartada.
En principio, no está prevista la participación de ningún español, aunque sí de Gerd Honsik, miembro de la extrema derecha austriaca afincado cerca de Marbella, del que sus amigos dicen desconocer su actual paradero. En su página web, Honsik tiene colgados vínculos con la Falange de Málaga, con otras páginas negacionistas y con foros germánicos.
La celebración del encuentro académico en Teherán forma parte de la campaña orquestada por el presidente Ahmadineyad para cuestionar el Holocausto. Primero fue el concurso iraní de caricaturas sobre el Holocausto, convocado como reacción a la publicación en un diario danés de unas viñetas de Mahoma. Y ahora, la conferencia. La crisis de las viñetas se ha convertido en la coartada argumental de los negacionistas, que argumentan que la libertad de expresión que Europa predica a la hora de permitir la publicación de caricaturas del profeta debería aplicarse también a los que niegan los crímenes del nazismo.
ANA CARBAJOSA – Bruxelas – 09/12/2006 – El Pais
Um iraniano negar o holocausto é compreensível. Os iranianos não gostam dos israelenses. Têm rixas históricas, como as que existem entre Canadá e EUA ou Brasil e Argentina, por exemplo – se bem que, no caso do Oriente Médio, a briga vai muito além da implicância e das piadinhas de mau gosto. É uma briga entre eles, cultural – não menos abominável – mas em família. Não que o ocidente não deva se intrometer, afinal, ocidente e oriente (mesmo o médio) estamos tutxunthreunido, e olha aí a briga deles respingando aqui na tríplice fronteira.
Mas esta onda revisionista, da parte do ocidente, é má. Chega a ser brilhante a maneira como essas pessoas conseguem atualizar o nazismo, sem colocar um judeu sequer na câmara de gás, sem montar um campinho de concentração, sem nenhum Hitler para coordenar tudo com muito carisma e ressentimento – será? será possível? será possível que se possa cogitar que “Hitler”, não o falecido personagem histórico, mas seu espírito, continue vivo e, ainda por cima, multiplicado em centenas de pessoas diferentes? Centenas de hitlerzinhos, mais pacíficos, não violentos, “gente de bem”, gente que compra no supermercado, respeita a democracia, paga seus impostos, contribui para obras de caridade; será possível que Hitler renasceu mais calmo, diplomático, e mais numeroso? Centenas de Hitleres menos “potentes” do que o modelo, mas, sendo em grande número, quando somados, formando uma entidade pior do que o rapaz nervoso de bigodinho? Agora deu medo.
É notável, também, como pode ocorrer tantas interpretações toscas juntas. Se eu apóio os árabes, terei também que adotar as hipóteses revisionistas, afinal, são úteis à causa? Se eu sou revisionista (agrh!, me desculpem) tenho que ser pró-árabe? Se eu me horrorizo com o holocausto, preciso usar uma estrela de davi no bolso?
Será que eu não posso achar que Israel apenas está aproveitando o apoio que recebe dos EUA, que muito bem poderia ser pró-árabe e deixasse os israelenses na condição de injustiçados, para vencer a briga; e dizer que, embora prefira os árabes, sei que é quase como escolher entre Bush e Saddam, e que, qualquer que seja minha preferência, apoiar o revisionismo é uma maneira muito atual de raspar a cabeça e tatuar uma suástica no corpo?
Não adianta contemporizar com o revisionismo: você tem o direito de dizer que não houve holocausto, e eu tenho o direito de sentir a mais profunda repugnância à sua idéia. Sou uma pessoa manipulada pela mídia? Eu tomo coca-cola, cara! Só não como Macdonalds porque pelo mesmo preço compro dois xis galinha em qualquer boteco por aí! Sou anti-americano? Sou, mas tenho um Blogger, conta no Google, uso Windows e meu processador (quer dizer, do computador) é Intel Inside – e eu nem sei o que quer dizer “Inside”.
O que eu quero dizer é que o revisionismo é um movimento muito esperto: esse mesmo discurso, de manipulação da verdade, de injustiça histórica, é o mesmo que a esquerda (que não existe mais, morreu junto com a direita) utilizava há vinte anos; ao mesmo tempo em que pode perfeitamente ser utilizado contra o revisionismo.
No fim das, revisionismo ou aceitação do holocausto, acaba sendo uma questão de gosto: uns gostam de isentar o nazismo, outros se escandalizam imaginando um judeu – um americano, um europeu, um argentino, um católico, um conservador, um entregador de pizzas, um mendigo, um papa, a Gisele Bünchen, enfim, qualquer pessoa – entrando em uma chuveirada coletiva sem entender porque ainda não ligaram o chuveiro e não consegue mais respirar sentindo que vai morrer sem nenhum motivo.
Quem mandou gozar do Profeta? Quem diria que o equivalente emocional ocdidental seria não Deus, Jesus, Maria ou o FMI, mas sim um massacre?